| La flauta de PaikíDel disco: Secretos del río   Relato por milonga
 La flauta de Paikí tenía una pena
 La flauta de Paikí… ¡cómo lloraba!
 Colmenar melodioso, llanto de indio
 cada celdilla armónica, guardaba.
 
 Paikí era un melancólico, tenía
 algo de vegetal, y algo de humano;
 toda su vida se escondió en la flauta,
 novia en su triste soledad de pájaro.
 Paikí, cuando a los vientos daba notas,
 parecía que se iba desangrando.
 
 Era el último vástago del toldo.
 Su pueblo agonizando,
 se convocó para morir sin quejas,
 de pie, pero cantando,
 y el corazón del indio musiquero
 en su armónica azul, se fue enjambrando.
 
 La flauta de Paikí tenía una pena
 La flauta de Paikí… ¡cómo lloraba!
 Arrecostao a la pared lo veo:
 un perro y yo, escuchando… Le sobraba.
 
 No lo vi más, destinos de romeros
 por muy distintos rumbos nos lanzaron.
 No lo vi más, pero escuché a mi río
 cada vez con más cánticos,
 más mensajes de estrellas en sus tardes,
 sus idiomas de plata, más extraños,
 con más rumor alado sus riberas,
 su oleaje en fin, con más dolor indiano,
 más íntimas sus noches perfumadas,
 y una humana presencia en sus barrancos.
 
 “Ya no lo busques más hermano mío”
 dijo un zorzal;
 “hace años
 Paikí y su flauta por aquí se fueron
 y el San Javier se despertó cantando.
 Paikí y su flauta por aquí se fueron;
 no lo busques hermano”.
 
 Con simientes de versos en tus puños
 me llegaré al barranco;
 me perderé en las aguas bautismales
 y esperaré el milagro
 de ser, como el Bautista de mi tribu
 semillita de cánticos,
 para que pueda germinar en alas
 y compartir con el árbol.
 
 ¡Cuánta falta que le hacen a mi tierra
 hombres de flauta al labio!
 ¡Cuánto precisas… Argentina mía,
 un puñado de pájaros!.
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